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388 PANORAMAS DE LA VIDA

Adelantó algunos pasos, y dando una mirada de investigacion en torno, embózose en un plaid escoces que llevaba al hombro, recostóse en el tronco de un árbol, envió al aire un largo silvido, y quedóse al parecer en espera.

No de allí á mucho, un paso furtivo hizo crujir la arena del sendero; y una jóven cuyo modesto vestido indicaba una criada, salió detrás de un grupo de árboles y se acercó al embozado.

—Señor Enrique | —murmuró con recelo.

—Bah! como todo en esta casa, tú tambien me desconoces ya, Marieta ?

—O0h! no! pero. . . .¡ cosa estraña! toda vez que veo á usted en su recinto, siento algo parecido al terror. A propósito deesas misteriosas sensaciones, mi abuela solia decir, que. ....

—Deja en paz á tu abuela y sus consejas. ¿Sabes si Feliza recibió una carta mia?

—Trajéronla esta mañana, cuando ella, sentada al piano, repasaba un nocturno de su composicion.

—Y?

—Al verme tomarla de inanos del factor, interrumpió su canto y la pidió.

—;¡ La ha leido!

—No, señor Enrique: sin levantar las manos del teclado, dióla solo una mirada y me ordenó