382 PANORAMAS DE LA VIDA
mezclado á exclamaciones de conmiseracióon y á estraños relatos, corria de boca en boca entre la multitud.
Aquel nombre no me era desconocido: mas de una vez habíalo oido pronunciar unido á homenajes de admiracion tributados á una beldad.
—¡ Tan joven y tan bella! —decia uno.
—La conoces ?—replicaba otro.
—Entrevíla solamente á la luz de una vela cuando bajaba del carro en que la traían presa. Muchacha mas linda! . . . . Y sin embargo, caer en tal aberracion !
—¿ Cuál es, pues su delito ?
—Amar.
—;¡ Amar ! Delito universal.
—Pero el hombre á quien dió su amor estaba ligado al altar.
—Tú estás mal informado. Lo amó cuando era libre todavia. Ella lo ha declarado en el interrogatorio. Es una dolorosa historia.
El amante, inducido en error por la presencia de un rival favorecido con la influencia del padre de su amada, juzgóla infiel á sus promesas y en un arrebato de desesperacion, huyó de ella, y fué á pedir en un pais estrangero las órdenes sagradas.
Camila lloró la ausencia de su amante. A su vez creyóse tambien, olvidada; y no pudiendo
