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294 PANORAMAS DE LA VIDA

Un rumor confuso mezclado de imprecaciones y de metálicos ruidos salia por bocanadas de la cámara inmediata, cuya puerta custodiaba un hombrecillo rechoncho, colorado de fisonomía jovial, que se cuadró para dar paso á los recien venidos, sonriéndoles con un guiño de significativa espresion.

—Nuestro hombre está aquí—exclamó Astalfo.

Tanto mejor—repuso el capitan.

Y ambos pasaron adelante con el ademan familiar á parroquianos de tales parages: calado el chapeo, una mano en el pomo de la espada, la otra atusando el mostacho.

La pieza en que entraron era una sala espaciosa y abovedada, probablemente el gineceo de algun antiguo harem, á juzgar por las ventanas guarnecidas de fuertes celosías. Alumbrábanla cinco lámparas pendientes de cadenas de hierro sobre otras tantas mesas forradas de paño verde y rodeadas de banquetas.

En torno á la del centro, mas grande que las otras, agrupábanse en confusion abigarrada una multitud de hombres cuyos semblantes lívidos espresaban los horribles trances de una ansiosa espectativa, fijos los desencajados ojos en un círculo trazado en la superficie de la mesa, en cuyo centro, divididas por una línea vertical habia dos letras—8. A.

Al lado de estos, al parecer, fatales caracteres manos