EL FANTASMA DE UN RENCOR
Servía yo, hace ocho años, el curato de Lurin, y fuí llamado para administrar los sacramentos á una jóven que se moria de tisis. Trajéronla de Lima en la esperanza de curarla; pero aquella enfermedad inexorable seguia su fatal curso, y sela llevaba.
¡Un ángel de candor, bondad y resignacion! Alejúbase de la vida con ánimo sereno, deplorando únicamente el dolor de los que lloraban en torno suyo.
Mas en aquella alma inmaculada habia un punto negro: Un resentimiento.
—Pero. hija mia, es necesario arrojar del corazon todo lo que pueda desagradar al Dios que vá á recibiros en su seno: es preciso perdonar la dije.
—Padre, lo he perdonado yá—respondió la moribunda—es mi hermano y mi amor fraternal nunca se ha desmentido. Mas, en nombre del cielo, no me
impongais su presencia, porque me daria la muerte! 1.0 17