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244 PANORAMAS DE LA VIDA

Porque, al fin comprendí que los curiosos del círculo, eran empleados de polícia disfrazados.

Al frente, mudo y amenazador, como un navio de guerra preparado al abordaje, el viejo observaba, con la mano escondida en las solapas de su casaca.

Todavia no habia caido el telon, cuando á un movimiento del hombre cobrizo para dejar su asiento, doce agentes de polícia se aliaron para arrojarse sobre él.

Nadie toque á ese hombre ¡gritó de repente el viejo marino—es mio: me debe su sangre!

Y saltando, veloz como el pensamiento, asiólo por sus largos cabellos y le atravesó el cráneo con una bala de su revolver.

Al siguiente dia, haciendo frente al pórtico de la cárcel, alzábase una horca, en la que estaba colgado


el cadáver de un hombre sentenciado á aquel suplicio; y sustraido á él por una venganza. Delante de aquel horrible espectáculo arremolinábanse tumultuosos, grupos incesantemente renovados, en los que se referian del sentenciado historias espantosas.


—Falkland !—esclamaba uno—: Este es el filibustero incendiario de Centro América; el que gustaba de quemar á las familias, encerradas en sus casas.


no me engaño.

—Ojo de Azor! el cazador que arrojamos de las praderas, por connivencia con los salvajes. Sí es él.