234 PANORAMAS DE LA VIDA
tres bandidos, que habian robado un buque y que se proponian hacerlo teatro derobos y asesinatos. ¿Los denunciaria entregándolos al brazo de la ley? ¿Callaria haciéndome responsable de la sangre que iban á derramar?
Miré á Estela, que me comprendió.
—Dejemos siempre á Dios el castigo de los malos, y no manchemos nuestro lábio con una delacion.
Aprovechamos, sin embargo, de la presencia de la aduana para extraer nuestros fondos.
Cuando los bandidos vieron en mis manos un saco de oro y una cartera llena de letras de cambio, una llamarada de cólera ardió en sus ojos y fijaron en Estela una mirada fulminante.
El ferro-carril, establecido en nuestra ausencia, nos llevó á Lima.
Al poner el pié en las baldosas de la estacion, Estela asió mi mano y me guió.
—Dónde me llevas?—la pregunté.
—A mi morada—respondióme.
Y caminamos largo rato.
Al pasar delante de una iglesia—Santa Ana! —dijo Estela—Aquí hice mi primera comunion. Entró en aquel templo. se arrodilló y oró.
Alzóse luego, y observé que me miraba furtivamente con ojos llenos de lágrimas.
Una cuadra mas arriba, ví, en el ángulo de la calle,