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EL POSTRER MANDATO 23

ella una montaña, cuya cima alumbrará el primer rayo del sol.

El Inca sacó de su seno una trompa de oro, y entregándola al jóven:

—Hé aquí la pucuna imperial. Su voz tiene el poder de realizar lo imposible. Y ahora, hijo mio, que el Grande Espíritu te ilumine y guie tus

El Inca tendió la mano al jóven, y velóse el rostro con su manto.

Poco despues, el hijo adoptivo de Atahualpa corria con pié lijero al través de los aéreos senderos suspendidos sobre dos abismos, que serpentean en las cimas de los Andes. Desde aquel sublime observatorio sus miradas se estendian sobre el encantador panorama de esas montañas; esos valles, esas selvas, esos rios, esos lagos que se ostentaban rientes á la:luz del sol, mientras su dueño yacia en el fondo de un calabozo, cautivo, encadenado. Y lágrimas de dolor y de rabia surcaban las mejillas del jóven y regaban su camino. .....

Un dia, á la hora del crepúsculo, cuando el sol desaparecia de la quebrada, dorando solo las cúpulas de la ciudad y la elevada planicie del Rodadero, un viajero, terciado el morral, usado el coturno y el semblante fatigado por un largo viaje, llamó á la puerta de una cabaña. Abrióla una