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UN VIAJE AL PAIS DEL ORO 215

hay plazo que no se cumpla; y el que dimos á tus depredaciones hoyse ha vencido, yvamos á chancelar nuestras cuentas, aunque no á tu manera, allá, en los Abruzzos, sino limpia y netamente.

« En primer lugar, yo, que he tenido el talento de conducirte á la trampa en que has caido, yo me he apoderado de tu oro, recibido en diez remesas; y Bepo, Estéfano, Bambino y Testa di Fuoco, caidos como llovidos del cielo, han echado el harpon al Luiggi, nuestro bueno y velero Luiggi, con el que batirán las aguas del Pacífico, dando tantos zabullones á los pasajeros incautos, que muy luego llenarán sus arcas.

« En cuanto á este servidor tuyo, váse á Italia. Comprará un palacio en Nápoles la bella, y pasará la vida deliciosamente tendido al sol, bajo los floridos naranjos de sus jardines.»

—Un ladron! ¡miembro de una banda de salteadores! —esclamé volviendo mis ojos hacia Samuel, que estaba inmóvil, y su rostro súbitamente enflaquecido, cubierto de una palidez azulada y lívida.

Acerquéme á él y lo toqué. Estaba muerto.

Aunque la revelacion que acababa de tener me hacia mirar con horror á ese hombre, era ya un cadáver; y el prestigio de la muerte, aureola luminosa para la virtud, es para el crímen un velo que atenúa su deformidad. : j