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208 PANORAMAS DE LA VIDA

Comí el pastel sin apetito; pero en cuanto al Champagne levanté en alto el vaso, y convidando á Samuel—

—A la salud de mi madre! á la de Estela! á la dicha que va á darnos la opulencia!

Samuel creyó ver en este último brindis, una alusion inquietante, y lo terminó, contestando:

—Cuando la hayas encontrado !

Rei de aquella observacion, pensando en la espléndida sorpresa que reservaba yo al judío, y apuré con ansia calenturienta el contenido del vaso.

Los humos del champagne paralizaron poco á poco en mi mente la accion febril del pensamiento. Quedéme, al fin, dormido; pero con un sueño pesado como un letargo, y poblado de caprichosas visiones.

Bandadas de salteadores, puñal en mano, escalando las paredes de mi cerebro, se arrojaban sobre mí; los unos, mirándome con los siniestros ojos del judío Isacar: los otros haciendo brillar en satánicas sonrisas los dientes agudos del hombre color de cobre. Y con la avidez de la codicia pintada en el semblante abrian mi pecho, para buscar al través de mis entrañas el escondido tesoro.

Una mano, posándose en mi hombro, disipó aquella fatigosa pesadilla.

Era Samuel, que estaba gritándome—Andrés, Andrés. ..... l la avalancha, desprendida otra vez