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UN VIAJE AL PAIS DEL ORO 177

A la entrada de una plazoleta, entre la barraca de un aserrador, y la tienda de un licorista, hallamos al fin, un hueco bastante espacioso para plantar nuestras carpas en tanto que se negociaba la venta del cargamento y se hacian los preparativos de nuestro viaje á los placeres del Sacramento.

El momento de la separacion habia llegado. Alejandro, llevando consigo á su hermana, fuése en busca de Madama Gerard, una modista de Lima recientemente establecida en San Francisco, con quien habia de quedar Estela, mientras él iba á las minas.

Seguílos hasta el consulado del Perú, donde se detuvieron, y triste, triste como en la hora que me separé de mi madre, apartéme de ellos para volver á bordo, llevando á Isacar, la órden de desembarque.

El dia declinaba; la ciudad que comenzaba á ilaminarse tomaba un aspecto fantástico, con sus improvisados palacios de madera, sus orientales tiendas, y el inmenso pueblo que llenaba sus calles.

Al atravesar una plaza, divisé un corro de hombres que conferenciaban con aire de misterio.

Vestian el traje de los habitantes de Sonora,

envolvíanse en anchos serapes, y hablanban una T.H 12