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156 PANORAMAS DE LA VIDA

una lampa en la mano y alquílelo en alguna chacra.

—Ah! señora Gervasia! cómo se ve que usted no tiene hijos!

—Hijos! Dios me libre de tal plaga. Sellos regalo á usted. Por eso estoy tan gorda, y usted tan acartonada. Ese muchacho se la está tragando: si en él se le va cuanto gana.

—Pobre hijo mio—exclamó mi madre, sonriendo amargamente, y acariciando mi cabeza—qué le doy yosino miseria. Ah! otra seria nuestra suerte, si viviera mi Solis!

—Sino hubiera ido á morir tontamente por servir ambiciones agenas. ¿Por qué no hizo como mi marido, que apenas vió encresparse la política, colgó la casaca para mejor ocasion y negociaba que era un gusto con los unos y con los otros? Bah! un hombre, cargado con un hijo, y ademas la añadidura de haber contraido matrimonio sin la competente licencia, es decir: sin derecho á montepío. Mire usted cuántas razones para no esponer su vida!

—No me entrometo á juzgar lo que hizo el marido de usted; pero en cuanto al mio, era su deber combatir en defensa de la patria invadida por un ejército extranjero.

—La patria! ah! ah! ah! Todavia cree usted en esas patrañas? ¿Hay alguien que sirva otra cosa que su conveniencia? Vaya! que no la creia