PEREGRINACIONES 97
mundo de alegres huéspedes al lindo pueblo de Cerrillos. Los anchos corredores de sus casas se convirtieron en salones de baile; y sus huertas, que separadas solo por setas de rosales forman una vasta fronda, resonaron con músicas y cánticos.
Anastasia, cuya tristeza creció con la alegría que zumbaba en torno suyo, retrájose aun mas en su aislamiento, y no osó ya poner el pié fuera del recinto de la casa, sino á la hora de las sombras, cuando el juego y el sarao convidaban á los presentes con los ardientes placeres de la cuadrilla y del monte.
Entonces despreciando los consejos de los médicos, que le prohibian los paseos nocturnos, envolvíase en su velo y vagaba en las tinieblas de la desierta campiña, hasta que el aura húmeda del alba mojaba sus cabellos y hclaba su cuerpo.
Una noche que habia llevado sus pasos hácia el lado del pueblo, Anastasia, fatigada en el cuerpo y en el espíritu, sentóse en un paraje ameno, plantado de moreras y de floridos arbustos.
Profundo silencio reinaba entorno, interrumpido solo por el arrullo de las tórtolas animadas 'en la fronda, y por los lejanos rumores de la fiesta, que el viento traía en perezosas bocanadas al oído de
la religiosa, como écos de otro mundo, de un mundo 7