PEREGRINACIONES ot
la mente y cautivar el corazon; una belleza seductora; una gracia irresistible; y bajo la sombra de su velo, mezclada á desdeñoso orgullo, la mas refinada coquetería. ¿Oiste jamás una voz tan hechicera como la suya? Cuando se elevaba en los cánticos sagrados enlazada con los melodiosos acordes del órgano, habia en su acento una espresion tal de voluptuosidad y de terrestre pasion, que me hacia apartar los ojos de la imágen de Jesus, para buscar en los oscuros ángulos del templo el ser humano á quien se dirijía.
Nada tan decisivo como su tiránica voluntad, que se imponía como una ley del destino.
Antes de oírtelo decia, sé ya que en la ocasion de que hablas, triunfó en su propósito.
—No. Como pocas veces sucede en el mundo, triunfó la justicia.
Anastasia no tenia protectores, ni los buscaba. Ensayó concienzúdamente á sus chicas, sin prefencia por ninguna; pero habia entre ellas una morenilla de diez años tan linda, graciosa y despabilada, que en el ensayo jeneral se llevó todos los votos á pesar del influjo y de la presencia misma de la orgullosa vice-rectora.
Nunca olvidaré la mirada fulminante con que sus magníficos ojos envolvieron á la pobre Anastasia y á su victoriosa chica; ni la amarga sonrisa que