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PEREGRINACIONES 85

Mas parece que mis arreos fueron muy de su gusto; pues me miraron con una mezcla de curiosidad y complacencia que no tenia derecho á esperar mi marchita belleza.

Al salir de la calle Angosta, divisé la fachada del colegio con su pobre campanario rematado por una cruz de hierro pintada de negro.... Qué dulces y dolorosas emociones sentí á la vista de esa casa, donde se deslizaron los años de mi infancia entre penosos estudios y alegres juegos. Entonces deseaba crecer, dejar de ser niña y volverme una jóven. Ahora deseaba que aquellos dias volvieran para no pasar jamás.

Como Anselma lo habia previsto, la misa estaba comenzada y el reducido templo lleno de gente.

Pero yo habia aprendido en Lima la manera de abrirme paso entre la multitud y con pasmo de Anselma, .nos encontramos ambas al pié del presbiterio, 4 tiempo que el capellan decia el Sanctus.

Un mundo de recuerdos invadió mi mente, cuando arrodillada y las manos juntas, levanté los ojos sobre aquel altar cubierto de flores, cuyo aroma me traia en ondas embalsamadas las rientes imágenes del pasado; de aquel tiempo en que vestida de blancos cendales y la frente coronada de rosas,