80 PANORAMAS DE LA VIDA
Anselma fué á buscar lo que le pedia, y yo, mirándome en mi ovalado espejito, me peiné y vestí con el esmero de quien desea agradar. Queria presentarme á mis antiguas compañeras en aquel colegio donde tantas lágrimas derramara echando de menos el regazo maternal, y donde comenzaron á sonreirme los primeros ensueños de la juventud; esa encantada edad de las perfumadas guirnaldas, de los blancos cendales y las rosadas ilusiones. ¡Cuán diferente me encontraba, mirándome á la luz de aquellos recuerdos. Alumbrábame entonces el radiante sol de la esperanza; hoy....hoy las sombras del desengaño oscurecian mi frente!
—i¡Jesús ! qué elegante está mi niña !—esclamó Anselma, que venia trayendo en una mano la alfombra, en la otra el libro de misa—¡Qué lujo! Vás á deslumbrar á mas de cuatro presumidas . Pero ¡ay! ¿quése hizo el tiempo en que con tu vestido de gaza y un boton de rosa en los cabellos estabas tan linda!
—Ese tiempo, mama Anselma, se fué para no
volver. Olvida á la Laura de entonces, y acompaña á la de ahora al templo para pedir á Dios la salud, fuente de toda belleza.
—Y la recobrarás, niña mia. Sin contar con huestros cuidados, te bastaria solamente respirar el aire de esta tierra bendita de Dios. Dime, criatura