PEREGRINACIONES 75
con la lengua aires que yó habia tocado tambien en ella, cuando en otro tiempo habitaba aquella casa con mi abuela.
Los perfumes y la música son el mirage del recuerdo. A la voz doliente de esa trompa, al aroma familiar de aquellos manjares, el pasado entero, con las rientes escenas de la infancia, con los primeros ensueños de la juventud, surgió en mi mente, vivo, palpitante, poblado de imágenes queridas.
Volví 4 verme en aquel mismo salon, sobre aquel mismo estrado, sentada en esos cojines, apoyada la cabeza en el regazo de mi abuela, dormitando al arrullo de sus canciones, ó bien revoloteando alegre entre esas dos tias que ahora no podian reconocerme; y los sonidos melodiosos de la trompa me parecian ecos de voces amadas que me llamaban desde las nebulosas lontananzas de la eternidad . . ..
—Señora, si esa niña se ha quedado dormida— oí que decia mama Anselma—Vea su merced que ha soltado el cubierto y ha dejado caer los brazos.
—;¡ Calla! dices verdad, muger!
—¡ No seria mejor, señora, prepararle la cama ? Estará cansada; y mas bien le hará dormir que cenar.
—Tienes razon. Pero ¿dónde la acomodaremos?
—Aunque me pesa que alguien duerma ahí,