PEREGRINACIONES 63
por las penas de un amor sin ventura, me sorprendí no obstante, envidiando esa felicidad misteriosa y
Y así pasaron los dias y las leguas de aquel largo camino al través de los abrasados arenales de Atacama y los nevados picos que se elevan sobre la Quebrada del Toro.
VII La patria!
En fin, las montañas comenzaron ú perfilarse en curvas mas suaves, cambiando su gris monótono en verdes gramadales donde pacian innumerables rebaños, unos luciendo sus blancos toisones, otros su pelage lustroso y abigarrado. El espacio se poblaba de alegres rumores, una brisa tibia nos traía, en ráfagas intermitentes, perfumes que hacian estremecer de gozo mi corazon ....
Una tarde, cuando el sol comenzaba á declinar, llegamos á un parage donde aquellos herbosos cerros, abriéndose en vasto anfiteatro, dejaron á nuestra vista un valle cubierto de vergeles bajo cuya fronda blanqueaban las azoteas de una multitud de casas, de donde sus habitantes nos llamaban, agitando en el aire chales y pañuelos. Benévolas