PEREGRINACIONES Az
hija: ó mas bien, no pude leerlo entonces, por que era de noche; pero me puse á subir corriendo el repecho que por aquel lado separa la playa del pueblo; y á la entrada de la primera calle, bajo un mal farol, desplegué el papel y eché sobre él una ojeada.
Era una carta escrita con una letra fina y bella ; pero marcando en la prolongacion de los perfiles una febril impaciencia.
Aunque veia perfectamente la escritura fuéme, no obstante, imposible leerla, porque la enfermedad habia debilitado mi vista y necesitaba una luz mas inmediata. Guardéla en el pecho, y me dirijí á la prefectura.
La tertulia ordinaria estaba reunida, pero esta vez con un notable aumento de concurrencia. Era la cacharpaija ó fiesta del estrivo con que el amable prefecto me hacia la despedida.
El centro de la sala estaba ocupada por una magnífica lancera en que revoloteaban las mas bellas jóvenes de Cobija.
—Permítame la heroina de esta fiesta presentarle una pareja—dijo mi huésped, señalando á un jóven alto, moreno, de rizadus cabellos y ojos negros de admirable belleza.
—El señor Enrique Ariel, pide el honor de acompañar á usted en esta cuadrilla.