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448 PANORAMAS DE LA VIDA

seas; juro que no te arrepentirás de haberme elejido por tu caballero; y aunque habitaras una cuadra mas allá del otro mundo, yo te llevaré en mis brazos, si tus piesecitos se cansan de caminar.

—Quién es el temerario que habla de esa tierra á las doce de la noche?—gritó una graciosa morena, ocultándose entre alegre y asustada, bajo la capa de su compañero.

—A las doce de la noche, y con el pampero encima —replicó otro.

—Es Aguilar, que vá requebrando á su espada, cual si fuera una muger, dijo riendo á carcajadas un comandante de alabarderos; señores, hurra! el rey de los bebedores se emborrachó por fin. ¡Hurra!

Aguilar oyó á lo lejos las alegres voces de sus compañeros que se iban cantando con alegre bulla, mientras la misteriosa dama enlazado el brazo al suyo en un contacto impalpable, cruzaba la ciudad, dejaba atrás los campos y atravesaba los espinos con un paso rápido, que poco á poco fué convirtiéndose en un soplo impetuoso; y entre las ráfagas sombrías del huracan, Aguilar divisaba los llanos, los bosques y las montañas huyendo con celeridad vertiginosa . .

De repente, las blancas cúpulas de una ciudad se alzan en el horizonte; se acercan, llegan . . . Aguilar y su guia atraviesan sus calles. . . . . Un