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EL POZO DEL YOGCI 445

medio á los torbellinos de humo que lo envolvian— Fernando de Castro! repetia. Y una voz lúgubre se elevó desde el fondo de su alma, gritándole— Asesino de la hermana! matador del hermano! maldito seas! maldito! maldito!

De súbito, una inmensa oleada de fugitivos chocó contra él y lo arrastró lejos del campo de batalla. En vano Aguilar, ciego de rabia y deseando matar y morir, cerraba el paso á sus soldados y los heria sin misericordia; apesar de sus esfuerzos unidos á los otros gefes, el egército entero se desbandó, y los argentinos, por vez primera huyeron ante sus enemigos.

xv La voz de la conciencia

Poco tiempo despues, uno de los dos colosos que pesaban sobre la parte meridional de la América latina cayó en Ancasch, y la paz con Bolivia se restableció.

Aguilar, encadenado apesar suyo ála vida y á la inaccion, encontró intolerable la vista de los sitios, testigos de su crímen, y huyendo de Salta, refugióse en el seno tumultuoso de la Metrópoli.

Muy luego, convertido en seide de Rosas, y capitaneando la Mazhorca, espantó á Buenos Aires