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374 PANORAMAS DE LA VIDA

Cuando Braun hubo quedado solo con su secretario y el mensajero, volvióse á aquel, riendo con una risa silenciosa.

—Qué dice V. de esto, señor diplómata? No es cierto que el mismo Talleyrand me envidiaria este golpe de estratejia? Y esos muchachos se quejarán todavía! A todos ellos los he puesto en el punto que deseaban: es decir en el disparadero; al uno bajo la fuerza que sabe romper; á los otros en el lazo que saben desatar. Encuanto á mí, móvil de esos complicados resortes, pero, sujeto á las prescripciones de agena voluntad, réstame un rol: el de espectador: sí: pero expectador de los resultados deseados de mi propia obra, que diablo! Venga V., doctor. Y tú—añadió volviéndose al mensagero vé á decir al corregidor, que mañana á esta hora el gobernador de Moraya y su bella hija estarán en NUEeStro Campamento ......... o... oo.

—Ves esa bolsa?—dijo, de pronto, Fernando de Castro, acercándose al centinela que lo guardaba con ocho hombres y un oficial, dormidos en ese momento á la puerta de la tienda, ves que está llena? Mira lo que contiene.

—-Oro!—murmuró el centinela.

—Es tuyo, si me dejas salir de aquí... . Ves esto? — añadió mostrándole un puñal — Es para