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366 PANORAMAS DE LA VIDA

muchos fusiles descansaron con fracaso en el umbral de la puerta. Era una patrulla.

—Hermano de Isabel ! no huyo : te salvo —dijo en voz baja el realista, ganando la puerta, que cerró tras sí.

El jóven patriota exhaló un rugido, y se arrojó sobre la puerta, procurando abrirla. Esfuerzos vanos: el español habia dado dos vueltas de llave.

Desesperado, mirando en torno con ojos chispeantes de ira, apercibió las ramas trepadoras del jazmin, y se avalanzó á ellas.

Pero en el momento que dejaba el suelo, dos brazos roderon sus rodillas con fuerza convulsiva.

Volvióse colérico, y vió 4sus piés una figura blanca, pálida y desmelenada, que le tendia las manos en angustioso silencio.

—Qué me quiéres tú, ser desgraciado ? exclamó el jóven—vil capricho de un godo, suelta! yo no te conozco, si no es para maldecirte.

Y rechazándola con desprecio, asióse al ramaje, escaló el muro y saltó á la calle. Pero esta hallábase desierta: su enemigo habia desaparecido.

Una lágrima de rábia surcó la mejilla del jóven patriota.

—Infame sarraceno—exclamó —yo te sabré encontrar para arrancarte la vida, aunque te ocultes en las entrañas del infierno!