346 PANORAMAS DE LA VIDA
la cárcel. Venia á darle parte del deseo que un reo condenado manifestaba de verlo para hacerle una declaracion.
El coronel lo sigió.
Llegado á Carceletas, el coronel fué introducido al calabozo donde yacía el sentenciado esperando su traslacion al antro formidable donde moririan quince años de su vida.
Larga fué la plática del reo, interrumpida de vez en cuando por el coronel con sollozos é imprecaciones.
—Matadme!—díjole el reo, al terminar aquella conferencia—Por eso he querido haceros esta revelacion.
—No'—respondió el coronel—que te debo la inmensa felicidad de poder llorar á mi hija.
El coronel salió con el dolor pintado en el semblante; pero la frente iluminada con la aureola de una santa alegría.
De allí, sus pasos se encaminaron al cementerio; y cuando penetró en el sagrado recinto llevaba henchido el corazon de un sentimiento dulcísimo, mezclado de amor y de esperanza.
Al acercarse al sitio donde sepultó á su hija el coronel, viócon asombro que sobre aquella escondida tumba se alzaba un mausoleo de mármol coronado