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34 PANORAMAS DE LA VIDA

abatimiento. abrí el cristal y aspiré con ánsia la brisa pura de la tarde.

Aquella fué mi última debilidad.

Al llegar al Callao bajé del tren con pié seguro; y fortalecido el corazon con el pensamiento mismo de mi soledad, me interné fuerte y serena en las bulliciosas calles del puerto.

Tú estarás quizá pensando que, como las doncellas menesterosas del tiempo de la caballeria me echaba yo á viajar con la escarcela desierta ?

—En efecto, estábame preguntando cómo se compondria aquella princesa errante para atravesar el mundo, en este siglo del oro, sin otro viático que su velo y su abanico.

—Pues, sabe para tu edificacion, que yo he tenido siempre el gusto de las alcancías. Habia guardado una que tenia ya un peso enorme, como que contaba nada menos que tres años, y se componia solo de monedas de oro. Para librarla de las tentaciones del lujo habíala confiado á mi tio $., antiguo fiel de la aduana. A ella recurrí, y encontré en su seno una fuerte suma que tranquilizó mi espíritu, bastante inquieto por ese accesorio prosáico, aunque vitalmente necesario de la existencia.

En tanto que me embarcaba—continuó Laura, en las altas horas de la siguiente noche—y mientras el bote que me conducia á bordo surcaba las uguas de