328 PANORAMAS DE LA VIDA
un papel en su crispada mano; y mas que un ser viviente parecia una vision de otro mundo.
Aura pudo apenas reconocer en él á su esposo; y asustada del estado en que lo veía, corrió á echarse en sus brazos. Severo y silencioso rechazóla él y señalándole una silla—Sentaos le dijo y escuchad.
La pobre Aura, aturdida, espantada, dudando si soñaba ó estaba loca, sentóse maquinalmente y se quedó mirando con aire atónito á su marido. Este, siempre en el mismo terrible silencio, acercó una mesa, puso en ella recado de escribir; y estendiendo ante los ojos de su esposa el papel que tenia en la mano—Leed ! —dijo.
La jóven obedeció; y con voz monótoma, cual si no comprendiese aquello que leia, comenzó:
«Luis! yo no puedo soportar por mas tiempo el tormento que me impones: tormento horrible! finjir amor á un hombre que aborrezco! disimular!
mentir á todas horas! . . . . Ah! nuestros cortos momentos de ventura no pueden compensar el horror de este sufrimiento . .. .»
Aura se interrumpió de repente; y el espanto se pintó en sus ojos.
—Mi letra! —exclamó y cayó sin sentido.
Enrique, pálido é inmóvil, esperó.
La misma terrible emocion que habia anonadado