PEREGRINACIONES 31 caminar vacilante y casi desfallecida de miedo:
—Vea usted ! hasta ese andar lánguido la dá una nueva gracia,
Y al entrar en el portal de la estacion, todavia lo oí gritarme :
—Adios, cuerpecito de merengue. Buen viage. y que no te deshagas !
Se habria dicho que me habia reconocido. pero no : aquellas palabras serian solo flores de galanteria que no sé de donde sacaba.
—De dónde? Del abundante repertorio que de ellas tiene todo español.
¡00
La partida
—En fin, tomé boleto y me senté en el sitio menos visible del wagon, que como dia de salida de vapor estaba lleno de gente.
Mientras llegaba el momento de partir, los viageros derramaban en torno mio curiosas miradas, cambiando saludos y sonrisas.
Temblando de ser reconocida entre tantos despavilados ojos, pensaba ocultarme bajo la doble sombra del velo y del abanico.
Un reo escapado de capilla, no teme tanto la vista