306 PANORAMAS DE LA VIDA
escalar aquellas empinadas colinas, dar una ojeada al mar, y llegar en tiempo á la morada del mago.
—Ah! cuánto me tarda la hora de conocer á ese estraño personaje!
—Puedo asegurar que nada perderás en la espera.
Cuando la última luz del dia acababa de extinguirse en occidente, las dos errantes peregrinas, atravesando una hondonada profunda, llegaron á un sitio agreste donde, al abrigo de dos peñascos, ocultábase una huaca.
Daba entrada á ella una abertura circular, semejante á la boca de un antro.
Inés la mostró con un ademan á su compañera, invitándole á seguirla.
Aura retrocedió asustada.
—Cobarde!—exclamó aquella asiendo su mano— Cómo podrás, entónces, saber los decretos del destino ?
Y la arrastró en pos suyo al interior de la huaca.
En el fondo de aquel antro de forma circular, abovedado como un horno, y alumbrado por una lámpara de rojiza llama, que pendia de lo alto, hallábase acurrucado un ser indefinible, cuyo rostro desparecia entre un gorro piramidal, y las enmarañadas guedejas de una inmensa barba gris que cubria una parte de su cuerpo, —¿qué vienen á