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JUEZ Y VERDUGO 305 apetito,ó hija de lamateria! Pero, ¿cómo contentarlo, si no es con el rocío de la mañana ?

—Oh! yo diviso algo mas sólido que ese alimento de silfos. ¿Qué dices de aquellos rojos higos? y esos aterciopelados melocotones? qué dulce jugo guardarán entre su dorada corteza esas naranjas tardías que ostenta entre sus verdes hojas el árbol del Eden !

Y riendo á carcajadas del culteranismo de su lenguaje abalanzáronse ú los árboles cuyas ramas pendian fuera de los setos, y las despojaban de sus sazonadas frutas.

—Inés! — exclamó Aura, mostrando á su compañeralas sombras delos árboles que comenzaban á estenderse en largas siluetas—el dia declina. ¿Réstanos mucho camino hasta la misteriosa huaca ?

—Una media milla de pintoresco sendero entre olivos y peñascos.

—Dios mio! llegaremos de noche!

—La hora de los magos empieza con las primeras estrellas.

—Y qué dirá Enrique, si no me encuentra en casa? Los cazadores regresarán á las cinco.

—No lo ercas. La caza del leopardo es de emboscada nocturna. A esta hora están eligiendo puestos; y la batida comenzará al caer la noche.

Así, tenemos á nuestra disposicion largas horas para 20