28 PANORAMAS DE LA VIDA
tal vez no volveria á ver mas, detuvo mis pasos y me hizo retroceder. Acerquéme á la puerta de su cuarto, que estaba entornada, y miré hácia dentro. Mi madre lloraba en silencio. con la frente caida entre sus manos.
A esta vista sentí destrozarse mi corazon; y sin la fe que me llevaba á buscar la salud lejos de ella. sabe Dios que no habria tenido valor para abandonarla.
Así, llamé en mi auxilio el concluyente argumento de que menos doloroso le seria llorar á su hija ausente que llorarla muerta; y arrancando de aquel umbral mis piés paralizados por el dolor. bajé las escaleras, gané la calle, y me dirijí con la rapidez que mi debilidad me permitia á la Estacion del Callao, temblando á la idea de ser reconocida.
Afortunadamente, el tren habia tocado prevencion, y la gente que llenaba las dos veredas, llevaba mi mismo camino. y yo no pude ser vista de frente.
Alentada con esta seguridad, marchaba procurando alejar de la mente los pensamientos sombríos que la invadian : el dolor de mi madre; los peligros á que me arrojaba: el aislamiento, la enfermedad, la muerte
Al pasar por la calle de Boza. divisé en un zaguan el caballo del doctor; y no pude menos de sonreir pensando cuán distante estaba él de imaginar