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278 PANORAMAS DE LA VIDA

precipítame en el infierno, amontona sobre mí todas las pruebas, todos los tormentos, pero llévame, aunque solo sea por un instante á ese cielo que me prometen tus 0j0s! . .

El que así hablaba, tuvo apenas tiempo de besar un lindo pié, mojado con el rocío de la noche.

De súbito, el bello rostro que le sonreía, tornóse grave, y el mirar voluptuoso de aquellos adormidos ojos tomó una espresion severa, despótica, que lo hizo estremecer, y lo dejó inmóvil, hincada una rodilla, caido los brazos, y los párpados pesadamente cerrados. Sus cerrados ojos orlíbanse de largas pestañas, que sombreaban sus mejillas; y los brazos colgando inertes, mostraban una fuerte musculatura.

Ante él, de pié, y erguido el esbelto talle, una mujer tenia fija en él su mirada.

De vez en cuando el dormido se estremecía; sus párpados se movian convulsos; y luego recobraba su inmovilidad. La mujer levantó con ademan imperioso una manita blanca y fina que parecia formada solo para los besos y las caricias; y en medio al silencio, oyóse, pronunciada con acento solemne, esta palabra :

—Duerme!

Si algun ser viviente, además de las aves dormidas en sus nidos hubiese, como ellas, encontrádose oculto entre los matorrales de aquella tenebrosa