276 PANORAMAS DE LA VIDA
vII Un Pária
La forma blanca que Aura divisó deslizándose entre los troncos de un olivar, costeó con paso rápido el seto del vergel, descendió luego al fondo de una hondonada sembrada de matorrales, y deteniéndose á la sombra de un peñasco, sacó del seno una llave, aplicóla á los lábios y envió al aire un silvido.
Pocos instantes despues un hombre se arrojaba á sus piés.
Ella le tendió una mano que él besó con salvaje pasion.
Si el peñasco no proyectara en torno una ancha zona de tinieblas, aquel hombre habria visto la mano que besaba frotada con asco ; y en el semblante que ansiaba contemplar, una sonrisa de repugnancia.
Pero la oscuridad era densa; y él con el arranque apasionado de Romeo—¡Por la luz de tus ojos, estrella de mi vida—exclamó—déjame un momento la dicha de mirarte !