266 PANORAMAS DE LA VIDA
Descubierto del lado del mar, en forma de galería, sosteníanlo columnas cubiertas de follage y de flores silvestres. Uninmenso divan improvisado con bancos, sillas, taburetes y poltronas, estaba ocupado por una multitud de lindísimas jóvenes, adornadas con pintoresca sencillez. Llevaban todas como yo, cruzadas en banda, echarpas de gasa azules ó rosadas; y las colas de sus faldas regazadas en torno con alfileres.
Delante de ellas, los hombres formaban grupos, y al centro agitábase la ardiente ronda de wals á los acordes de « El último pensamiento de Weber, » ejecutado por el órgano, úduo con el murmullo de las olas.
Apénas tuve tiempo para abarcar todo esto con una ojeada, porque no bien hube puesto el pié en la verde estera del salon, ví venir á mí un jóven rubio, bello como un arcángel, que inclinándose ante mi padre, pidióle el permiso de bailar conmigo.
Mi padre puso mi mano en la suya, y muy luego, enlazados con ese abrazo impúdicamente estrecho que constituye la danza moderna, valsábamos, mezclados á aquel torbellino de gasas, de rizos y de flores.
Los rasgados ojos azules de mi compañero fijáronse en mí con espresion apasionada. Sinembargo, yo no sentia ningun linaje de turbacion. Habia tanta