26 PANORAMAS DE LA VIDA
que yo cuido. ya eso es otra Cosa. Quietud, vestidos ligeros, sueltos y abrigados ; ninguna fatiga, ningun afán, mucha obediencia á su médico y nada mas.
Alzó el dedo en señal de cómica amenaza, me sonrió y se fué.
—¿Cómo me la encuentra usted hoy, doctor?— preguntó mi madre, con voz angustiosa, pero tan baja, que solo una tísica podia entenderla.
—Ah! estaba usted escuchando?
-—Ay! doctor! no tengo valor para estar presente cuando usted le hace la primera visita, por que me parece un juez que va á pronunciar su sentencia.
—Ya usted lo ha oido: Esos anhelos fantásticos son endiablados síntomas en esta enfermedad .... Pero no hay que alarmarse—añadió. oyendo un sollozo que llegó hasta el fondo de mi corazon— Pues qué! ¿no tenemos á nuestro servicio este milagroso tósigo que hará entrar en ese cuerpecito gracioso. torrentes de salud y de vida? Valor pues. y no dejarse amilanar.
Mientras mi madre se alejaba, hablando con el médico. yo con el dolor en el alma, pero firme en mi propósito alcéme de la cama, corrí á la puerta, le eché el cerrojo. y cayendo de rodillas. elevé el corazon á Dios en una ferviente plegaria. Pedíle que me perdonara las lágrimas de mi madre en