248 PANORAMAS DE LA VIDA
Aquí, hermano: este matorral nos oculta.
Apoya tu fusil en mi hombro, y envíale tu seguro tiro.
Una exclamacion de dolor detuvo á Enrique, en el momento que apuntaba á la avecilla; y los cazadores vieron de pié bajo del sauce á una bella joven vestida de una túnica blanca sujeta á la cintura con una echarpa azul. Caidos los brazos y las manos entrelazadas, miraba tristemente la despojada rama.
—Mi nido! mi lindo nido de tortolitas!—decia suspirando—;¡ Maldita sea la mano impía que lo robó! :
Enrique arrebató el nido de las manos de su hermana, salió de tras el matorral y se adelantó hácia la jóven, para restituírselo. Pero ella, viendo aparecer de súbito á un desconocido, dió un grito, y huyó espantada.
Si aquella escena hubiese tenido un testigo, habria este adivinado los preliminares de un sombrío drama en la mirada profunda que los dos cazadores fijaron en la jóven de la blanca túnica; en la diabólica mirada que Inés posó en cada uno de ellos, y mas allá, entre la fronda de los olivos, á la vuelta de un peñasco, en la mirada sombría, apasionada, mortal, de dos ojos que la acechaban.