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JUEZ Y VERDUGO 243

Llevando dos ricos fusiles á la bandolera, y un par de habanos encendidos, marchaban lado á lado, arrojando al aire bocanadas de humo, que dejaban en pos suyo una estela embalsamada.

De estatura y formas idénticas, aquellos hombres diferian, sin embargo, inmensamente en el color, las facciones y la espresion de su semblante.

El uno tenia los cabellos negros, la rizada barba del mismo color, y negros tambien sus ojos de mirada abierta y profunda.

Blondos como el oro eran los bucles que ornaban la frente del otro, así como el bigote finísimo, retorcido graciosamente sobre su labio rojo; y sus azules ojos, sombreados de oscuras pestañas rebosaban ternura y melancolía.

Por lo demas, ambos eran apuestos, y en toda su persona revelaban al hombre de alta posicion social.

—Qué dulces sensaciones se absorben con esta aura perfumada !—exclamó el de los cabellos rubios, entreabriendo sus rosados lábios al ambiente de la mañana—No es una esperanza, no es un deseo: es la reunion de estos dos sentimientos, es . .

—El beso de la primavera del año á la primavera de la vida—repuso el otro.—Aspíralos, querido Luis. Tú has nacido para los dulces goces de la existencia : abandónate á ellos, que para tí correrán apacibles