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238 PANORAMAS DE LA VIDA
sombreaban su puerta, y al negro paralítico sentado en el sitio de costumbre.
« —Domingo, ¿no me reconoces ya?
«—O0h! sí; pero, es que vostra señoría ha cambiado mucho; y los ojos del pobre negro se oscurecen mas cada dia.
« —¿Recuerdas la mision que te encargué aquel dia, próxima á partir?
«—Oh! sí, que la recuerdo.
«—Y bien! .... aquella hermosa jóven de túnica blanca y largos cabellos negros, . . . . salió aquella noche?
«<—No; . pero al mediar de ella, conducido
por dos salas, salió un ataud. As « Ah! tambien así, un dia saldrá otro del coño, de Spielberg!
FIN DE PEREGRINACIONES