PEREGRINACIONES 237
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« Desembarqué, con el corazon palpitante de ansiedad por llegar al solitario palacio.
«Mas á Jos primeros pasos que dí en las inmediaciones del muelle, sentíme de súbito estrechamente abrazada por la espalda.
« Volvíme, sorprendida, y ví á una negra de notable gordura que me contemplaba llorando de gozo.
« —Cómo!—exclamó, con una voz que reconocí al momento —¿No se acuerda ya vostra señoría de su negra?
«Era Francisca; pero no triste y demacrada, como yo la dejé, sinó robusta y luciente.
«—Abhora sí que estará vostra señoría bien alojada en mi casa, donde vivo con mis siete hijos, libres como yo, gracias á vostra señoría.
« Y llamando á gritos una turba de nombres, víme luego rodeada por cuatro mocetones y tres muchachas alegres y rollizas, que me abrazaron, rogándome que entrara en su Casa. .
«Escuséme con la premura del tiempo y ofreciéndoles volver, corrí al palacio.
«Poco despues descubrí sus bóvedas y balcones; sus jardines y alamedas; los grandes árboles que