PEREGRINACIONES 233
Encantada de aquella democrática costumbre, regresé á casa dando el brazo á Catalina.
Mi corta morada entre los buenos habitantes de Moyobamba, hízome mucho bien.
Tranquilizó mi espíritu, fortaleció mi alma, y desterró de mi mente los negros pensamientos que me asediaban.
Así, cuando llegué cerca de tí, me encontraste bella, fresca, y enteramente distinta de aquella que partió moribudna, llevando en su rostro pálido y demacrado el anuncio de un próximo fin.
Tu ejemplo dióme aliento para aplicar remedios heróicos á las heridas de mi corazon; y hoy, escondida en este sombroso retiro, entre los Andes y el océano, adormézcome en la paz, no del olvido, sino de la resignacion.
Laura interrumpió derepente su correspondencia, y pasaron muchos dias sin noticias suyas.
Cuando aquel silencio comenzaba á inquietarme, creyendo que se encontrara enferma, recibí una carta con el timbre de Rio Janeiro.
Era de ella.
« Como todo lo que invoco, la paz huyó de mí »— decia, en caractéres que la mano habia escrito con febril impaciencia.