226 PANORAMAS DE LA VIDA
espanto creyendo percibir en ellos el ruido de sus pasos.
Al dia siguiente, una mujer que recogía plátanos en el bosque, me encontró media muerta al pié de un árbol.
Movida de compasion, ayudóme á levantar, y me llevó á su choza, situada no léjos de allí.
Mientras su marido encendia fuego para secar mis vestidos, ocupábase ella 'en prepararme una bebida refrigerante.
Un tanto restablecida, quise volver á la casa donde la noche anterior dejara al valiente Juan combatiendo en mi defensa.
Mis caritativos huéspedes se ofrecieron á acompañarme. Ellos conocian el camino, que yo no habria podido encontrar.
Quedéme asombrada de las fragosidades casi insuperables que habia recorrido sin sentirlas, en alas del miedo.
Un espectáculo horrible se nos presentó al entrar en la casa, entonces desierta y silenciosa.
El cadáver de Juan yacía en un lago de sangre, atravezado el pecho de un balazo; y no léjos de allí, una mesa cargada con los restos de un festin, acusaba la orgía á que los asesinos se entregaran despues de su crímen.
Lloré el fin prematuro de aquel valiente jóven,