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PEREGRINACIONES 225

puerta y seguido del crujir siniestro de maderas rotas, interrumpió de súbito á Juan, quien armándose de un revolver corrió afuera.

—Ampáreme V., por Dios! —grité aterrada.

—Confíc en mí la señora—respondió él —Voy al encuentro de esos desalmados que para llegar á ella pasarán primero sobre mi cadáver.

Y lo cumplió el valiente francés.

A oscuras, sin conocer las localidades, ni saber donde dirijir mis pasos, guiada solo por el terror, arrojéme por la ventana, crucé el jardin y gané el campo saliendo por la fractura que los salteadores acababan de hacer en la verja.

Perdida entre las tinieblas en un paisaje desconocido, vagué la noche entera transida de frio y de miedo, procurando en el temor de ser descubierta ocultarme caminando ú la vera de los bosques, fotigada, casi exánime, mojados mis cabellos y mis ropas por el rocío de la noche.

Multitud de aves nocturnas cruzaban sobre mi cabeza, rozándome al paso con sus grandes alas; bajo mis piés sentia arrastrarse los reptiles, y no lejos escuchaba rugir al jaguar.

Pero todos esos horrores parecíanme nada, ante el inmenso terror que me inspiraban los seres humanos de quienes iba huyendo; y al zumbido del

viento, al rumor de las hojas, estremecíame de ás 15