204 PANORAMAS DE LA VIDA
XI
La cautiva
Un dia que me hube adelantado mas que nunca en aquellos paseos solitarios, descubrí, casi oculto entre dos colinas rocallosas un estenso y sombroso parque en cuyo centro se alzaba un palacio.
Rodeaba aquella hermosa residencia, una verja de hierro alta y fuerte. Su puerta, flanqueada de dos columnas de bronce, abríase bajo la sombra de un árbol secular que se elevaba al lado esterior tendiendo sus ramas en una grande circunferencia.
Al través de las doradas alas de grifo que tormaban las hojas de aquella puerta, aspiraba yo las ráfagas de perfume que me enviaban las enramadas de rosas, de jazmines y madreselva que crecian entre alamedas de bananos y palmeras.
El sol iba á ocultarse, y yo olvidaba la hora, absorbida en la contemplacion de aquel delicioso paraje.
Un movimiento de mi mano hizóme ver que la puerta estaba sin llave.
Gozosa con este descubrimiento, empujé el postigo, que se abrió en discreto silencio.
—Que dicha! —un paseo en este Eden!
