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PEREGRINACIONES 171

torno á la lumbre, escuchando las sabrosas pláticas de nuestros compañeros.

Habia entre ellos un viejo de barba lacia y cana, de vivos ojos y aspecto venerable, á quien cedian siempre la palabra.

Y á fé que tenian razon; por que Veron, era la crónica personificada, la leyenda hecha hombre.

—Qué árbol tan frondoso, decia alguno?

—Es una ceiba, respondía Veron —De sus ramas se ahorcó un rico hacendado á cuya novia se robaron los tobas. No pudiendo rescatarla, desesperado se dió la muerte á vista de la ingrata que hallada y contenta entre los salvajes, lo miraba de la otra orilla.

—Ño Veron, ¿qué linda enredadera es la de flores rojas que cubre aquella antigua palmera?

—Blancas fueron hasta que las tiñó con su sangre la bella Talipa, india conversa á quien mataron los suyos á flechazos colgada en las ramas de la palmera.

Desembarquemos para dormir en este recodo, que oculta un limonero cargado de fruto maduro. Servirá para sazonar nuestro asado. Aquí herborizaron tres dias Bonpland y Soria cuando surcaron este rio en su viaje al Paraguay. Yo los acompañé como práctico; y por cierto que de ellos aprendí cosas que