PEREGRINACIONES 147
preparado, echándole encima una capa de juncos.
Y hé ahí la casa pronta para recibir á la nueva familia.
Los vecinos se retiran dejando prestado á él un par de bueyes, y una hacha; á ella dos ollas, dos platos y dos cucharas.
El marido corta tuscas en las cañadas inmediatas ; las trae á la rastra y forma con ellas el cerco del rastrojo; ara la tierra y siembra maiz. Ella siembra en torno al cerco algodon, azafran, zapallos, melones y sandías. Toma luego arcilla negra, la amasa y hace cántaros, ollas, artezas y platos. Sécalos al sol, los apila en pirámide cubriéndolos de combustibles, los quema; y hé ahí la vajilla de la casa.
La sementera ha crecido; las flores se han convertido en choclos, maiz, zapallos, sandías y melones.
Hé ahí el alimento que consumen y venden para comprar tabaco, yerba, azúcar, velas, y el peine de un telar.
El algodon y el azafran maduran; abre el uno sus blancas bellotas, el otro las suyas color de oro. La nueva madre de familia los cosecha. Su lijera rueca confecciona con el uno, desde el grueso pábilo hasta la finísima trama del cendal, que ella teje para sus vestidos de fiesta; de la estofa con que arregla