126 PANORAMAS DE LA VIDA
terror resonaron por todas partes, repitiendo el nombre de Novaro.
El grupo de asesinos, poseido de un repentino miedo, volvió cara, y se dió á una precipitada fuga.
Apresuréme á bajar para ir en auxilio del que yacía en la puerta, inmóvil, y al parecer sin vida.
En el cláustro encontré dos religiosas.
—Laura!—exclamó una de ellas, levantando su velo.
Era Carmela.
—A dónde vas?—preguntéle estrechándola en mis brazos, profundamente inquieta por la direccion que llevaba.
—La superiora nos envía en socorro del héroe que en defensa nuestra ha caido bajo las balas de los profanadores del santuario — contestó ella siguiendo de prisa su camino.
—O0h! Dios! —exclamé procurando detenerla— sabes tú quien es?
Carmela palideció ; fijó en mi una mirada suprema y exhalando un grito, escapóse de mis manos, y se lanzó á la puerta.
Cuando su compañera y yo llegamos á ella, Carmela, arrodillada, sostenia en sus brazos el cuerpo inerte del bello cubano, cuyo pálido rostro estaba reclinado en su seno