104 PANORAMAS DE LA VIDA
—Qué insolente pretension! Como si nosotras no bastáramos á muestra propia defensa !
Y aquella que asi hablaba, abriendo su canastillo, exhibió con denuedo, la tercera pieza de su cubierto.
Las otras la imitaron; y veinte cuchillos de punta redonda salieron á relucir, empuñados por las manos mas bellas del mundo.
Una carcajada general sazonó aquella escena.
Charlando y riendo asi, llegamos, como al tercio de nuestra ascension, á una plataforma tapizada de grama, donde brotaba un manantial entre matas floridas de amancaes.
Seducidas por la belleza del sitio, resolvimos desviarnos del programa, y sentar allí nuestros reales.
Mientras que algunas tocaban alegres danzas en el organito que debia servirnos de orquesta, y Otras arreglaban en servilletas sobre la yerba los primores de la merienda, habíame yo sentado en una piedra, y contemplaba con delicia el magnífico panorama que se estendía á mis piés.
Al frente, redondeábanse en suaves ondulaciones las verdes colinas de Castañares, cubiertas de pintados rebaños; á mi derecha el Campo de la Cruz atraía la mirada con su manto de verdura y sus gloriosas memorias; á mi izquierda entre el follaje de los huertos, el rio, que teñido con los rayos del sol