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procesión general en acción de gracias á la divina Providencia, procesión de la que formó parte, á pie, dirigiéndose desde su Alcázar de Madrid al templo de Nuestra Señora de Atocha, donde se cantó misa solemne.

Llegábanle entre tanto felicitaciones de todas partes, y singularmente de sus ministros en Italia y de los mismos potentados de aquella península que antes esperaban con impaciencia su derrota para aliarse contra él. Aconsejábanle los primeros que se aprovechase de la victoria ejerciendo su dominación absoluta sobre toda Italia y apoderándose de alguna parte de Francia, especialmente de Marsella, é indicábanle la conveniencia de irse á coronar con tan fausta motivo.

Los Estados de Italia, vencidos y humillados tanto como el Rey de Francia en Pavía, se apresuraron á formar liga con el Emperador y á contribuirle con cuantiosas sumas para las necesidades del ejército. Cuando en Roma se supo la victoria del César, mostró el Duque de Sesa, su embajador en la Corte Pontificia, al Papa Clemente VII[1] «doblado acatamiento é


  1. Carta del Duque de Sesa al Emperador. Roma 9 de marzo, 1525. Col. Salazar