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Hace falta que todo lo que se mueve cobre
Una vaga pereza, que el esfuerzo zozobre,
Que caiga sobre el mundo un tranquilo descanso,
Un medio tono dulce, consolador y manso.


Espera... dulcemente, balsámica de calma,
Se llegará la noche, yo te daré las manos,
Pero ahora lo impiden esos ruidos mundanos;
Hay luz en demasía, no puedo verte el alma.

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