Página:Irremediablemente... (1919).pdf/27

Esta página ha sido corregida

¡Oh la tarde postrera que imagino yo muerta
Como ciudad en ruinas, milenaria y desierta!

¡Oh la tarde como esos silencios de laguna
Amarillos y quietos bajo el rayo de luna!

¡Oh la tarde embriagada de armonía perfecta:
Cuán amarga es la vida! Y la muerte qué recta!

La muerte justiciera que nos lleva al olvido
Como al pájaro errante lo acogen en el nido...

Me besarás los ojos... estarás a mi lado...
—Adiós, hasta mañana, hasta mañana amado...

Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora,
La luz azul celeste de la última hora.

Una luz tamizada que bajando del cielo
Me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo.

Una luz tamizada que ha de cubrirme toda
Con su velo impalpable como un velo de boda.

—19