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—Mi casa es de sombras, de dulce reposo,
De apacible aroma, de tranquilas selvas,
Me traes la noche, mujer; en tus manos
Se ve la tormenta.


Camino al desierto me volví gritando:
Leones y tigres, serpientes, panteras,
Rasgadme las carnes, libertadme el alma,
Oh malas, sed buenas...


Una a una luego por el lado mío,
Piadosas y tristes, pasaron las fieras...
Cerrada tu alma!... Cerrada tu alma!...
No había una estrella.

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