Página:Irremediablemente... (1919).pdf/115

Esta página ha sido corregida

Te asomaste entonces; debajo tus manos
Como la esperanza se movió tu puerta:
Miraste mis ojos, mis ojos sombríos,
Mi boca en tormenta.


Miraste el desierto y ahullidos de lobos,
Silbidos de sierpes, rugidos de hienas
Sonaron terribles. Las sombras estaban
Compactas y negras.


Me buscan, me siguen, repetí temblando...
(Mis ojos echaban la luz de una hoguera)
Me buscan, me siguen... Rasgarán mis manos,
Comerán mi lengua.


Pero tu mirada se volvió de hielo;
—Queman demasiado tus ojos viajera,
Me dijo tu boca — Sigue tu camino,
No es tuya mi puerta.


—107